Ángel Soria recupera una bandurria mora (Theristicus caerulescens) recién cazada del monte tupido. Para ver las fotos en tamaño completo, visitá nuestra web. Fotografías: Matteo Fabi.
Ángel Soria y Óscar Durán, miembros del subgrupo guaraní históricamente conocido como chiriguanos o guarayos, tienen raíces en Bolivia. Sus antepasados migraron siguiendo el río Pilcomayo hasta asentarse en la comunidad indígena de San Agustín, cerca del antiguo puesto de guerra chaqueña de Pedro P. Peña. Su herencia cultural perdura a través del Arete Guasu (“el gran día”), una celebración originariamente ligada a la cosecha del maíz y luego fusionada con el Carnaval por influencia misionera.
En el centro del Kandavare se encuentra el acto ritual de revivir la presencia de los ancestros mediante máscaras. Ángel y Óscar son referentes entre los jóvenes que mantienen viva esta práctica, vistiendo las máscaras de Agüero-güero —plancha de hierro batido, decorada con telas y alas de aves reales— para encarnar a los espíritus ancestrales durante los cuatro días de celebración.
Dos semanas antes de la fiesta, los primos salen a cazar las aves cuyas alas adornarán las máscaras. Óscar, uno de los mejores cazadores de la comunidad, recolecta plumas para muchos participantes y además asume distintos roles ceremoniales. Ángel, por su parte, guía a los más jóvenes en la transmisión de las tradiciones más profundas del pueblo.
Juntos tienden un puente angosto pero esencial entre el pasado de su gente y un futuro en constante transformación.
Ángel Soria y Óscar Durán son primos de la etnia guaraní que viven a orillas del río Pilcomayo.
Óscar apunta con precisión y derriba una bandurria mora (Theristicus caerulescens) / Ángel y Óscar recortan las alas antes de que el cuerpo enfríe / Romualdo Soria, sobrino de Ángel, recibe un ave para practicar en la elaboración de su máscara / Ángel y Óscar ajustan los detalles de las máscaras de los Agüero-güero.
Romualdo Soria lleva con orgullo su máscara y prenda para el Arete Guasu. Las máscaras terminadas se colocan cerca de una fogata para que se sequen.
Ángel y Óscar escuchan en primera fila las palabras del maestro de los Agüero-güero, quien lleva una máscara hecha de jurumi, el oso hormiguero.
Comienza oficialmente el Arete Guasu, cuatro días de música, danza y rituales típicos de la cultura guaraní / Óscar Durán interpreta al kuchi-kuchi, un chancho cubierto de barro que representa a las almas contaminadas por emociones negativas que llegan a “manchar” a los demás.
Ángel Soria conversa con los más jóvenes sobre el significado de sus máscaras.
Óscar asume el crucial rol de jagua-jagua, el jaguar, que representa el espíritu de la selva luchando por su supervivencia / Ángel y Óscar, Agüero-güero y jagua-jagua, hombre y selva en una lucha simbólica entre espíritus y elementos.
Óscar Durán se prepara vistiendo los cuernos del toro-toro, que representa la raza y cultura ajena de los colonizadores europeos.
Ángel Soria es rodeado por un grupo de mujeres, tanto por personificar un querido ancestro como por ser un valiente joven de la comunidad / Las máscaras de los Agüero-güero son devueltas al barro, simbolizando el regreso de los ancestros al mundo ultraterreno.
Al atardecer del cuarto día, una procesión cierra la ceremonia del Arete Guasu en la comunidad de San Agustín.