David Amado: teatro que reivindica la diferencia
Entre Berlín y Asunción, David Amado navega la creación teatral desde la migración y autogestión

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En junio de 2024, en una sala de teatro independiente, se estrenaba Las Densas, una obra que cerró su primera temporada con más de 30 funciones, algo histórico para la escena asuncena. Dos actrices y una tramoyista ninja se adueñaron del espacio con twerking, escupidas de fuego, perfos políticas en tetas, denuncias explícitas y parodias a políticos, entre otras manifestaciones poco usuales.
Las Densas fue la primera obra presentada en Sala Piloto, el espacio de teatro y artes escénicas que David Amado, paraguayo de 36 años, gestiona desde Alemania con Manu Alviso, desde Paraguay.
En The Paraguay Post decidimos entrevistar a David, quien migró a Berlín hace poco más de dos años para meterse de lleno en la escena teatral alemana, y conocer más sobre los orígenes de su estilo poco convencional y cómo es el desafío de trabajar con actores a más de 11 mil kilómetros de distancia.
Del garage a la universidad
“¿A qué te remonta el teatro? ¿Dónde empieza la obsesión?” le pregunto, y nos reímos porque ese mismo mes se estrenaba en Asunción la primera edición de La Obsesión, parte del ciclo de biodramas en el que David desafía a amigues y artistas a narrar(se) y exponer al público sus obsesiones.
Cuenta que siempre fue un bebé rebelde: “Mi germen contestatario empezó con mi papá. Creo que el plantarme ante eso que yo consideraba hostil o violento fue mi primera performatividad”.
Esa performatividad fue clave para su crecimiento en Paraguay, un país donde las personas de la diversidad sexual y de género están desprovistas de protección gubernamental y son vulnerables a la discriminación rampante de sectores conservadores, religiosos y de ultraderecha.
“Ser un niño trolo me generó mucho esa impronta de ir por la vida performando otra cosa, performando un niño varón heterosexual. Mi papá me preguntaba 'quién es tu novia' y yo le decía 'Marta'. Y bueno, te digo esa ficción; me la estás exigiendo, y te la doy”, agrega.
A los 9 años aproximadamente, David asistió a Living Legends, obra de un grupo de danza de la Brigham Young University, una universidad mormona de EE. UU., presentada en el Centro Paraguayo Japonés de Asunción. David creció bajo el dogma mormón, y ver ese espectáculo en su niñez fue un hito importante para su conciencia artística.
“Yo flipé con eso, con los bailes de la Polinesia, de los grandes anillos, los círculos de los nativos norteamericanos. No podía creer, yo estaba loco. Entonces me robé el panfleto y un VHS y reproduje exactamente el Living Legends en el garage de mi casa, y ahí empecé a dirigir”, comenta.
Desde Living Legends, con sus hermanos como actores y reproduciendo esas escenas con su impronta por tres años seguidos, con programa, luces y hasta pago para sus actores —que salía de la plata para su recreo— hasta hoy, la obsesión es todo menos efímera.
Dando pasos fuera de su entorno, David empezó a consumir regularmente teatro local. Se encontró con un disparador vital: Perdidas en el instante perfecto (2006), una obra con adaptación de Paola Irún y dirigida por Tito Chamorro. “Me pareció contundente verla a Paola. Era queer la obra para su época, porque eran dos mujeres que se amaban. La vi 7 veces. Eso es obsesión”, comenta. Entonces decidió firmemente estudiar teatro donde enseñaba Paola, La Escuela Teatro Irún, en 2007.
Pero Paola en ese entonces pronto iría a Nueva York por un masterado, y David y Paola se reencontrarían como alumno y profesora recién una década después.
“Primera característica a flor de piel, la curiosidad. A eso hay que sumarle la intensidad, el avasallar todo a su paso, las ganas de probar más y más cosas. Dio por resultado, desde el primer momento hasta hoy, ese caos hermoso, intenso y creativo que es David”, comenta ella.
Pasaban los años, David fue probando distintas carreras, mientras que el teatro seguía en su cabeza sin ceder espacio. En eso, cursa Arquitectura en la Universidad Nacional de Asunción (UNA). Formó su primera compañía de teatro, Teatro Bruto, con amigos aficionados.
En septiembre de 2015, tras una serie de irregularidades y hechos de corrupción en la UNA, los y las estudiantes se organizaron para exigir justicia y mayor transparencia bajo el lema #UNANoTeCalles. “Hacíamos teatro en la toma de la universidad. Eso creo que generó un montón de mi lenguaje”, acota.

Religión y obsesión
“Entre idas y vueltas surge La Posdramática en 2017, al volver a estudiar teatro, como un deseo estudiantil de empezar a probar cosas”, comparte.
Como temas de estudio que llevaba al espacio escénico estaban la dictadura y la democracia, así como vivencias crudas y personales que dieron forma a una de sus obras más celebradas. What is love, ni banal, ni conceptual, un experimento. Baby don’t hurt me, don’t hurt me no more (2022) fue un proyecto de ENBORRADOR teatro en construcción, escrita y dirigida por David, donde cuatro actrices dieron vida a un equipo de nado sincronizado que develó y problematizó cuestiones sumamente íntimas y desafiantes sobre ser mujer en un país como Paraguay.
“El teatro es un espacio para mí definitivamente ambivalente. Fue principalmente un arma. Me hizo feliz. El teatro me hizo feliz siempre, siempre”, al punto de haber abandonado una carrera mucho más prometedora económicamente.
“Soy consciente de que es un privilegio que yo pueda hacer teatro. De igual manera hacer esto era un camino desventajoso en el sentido económico, y lo es hasta ahora. Pero no puedo hacer otra cosa. No sé qué pasaría. Explotaría mi cuerpo. Caduco y tengo una muerte súbita en el tren. No sé, mejor no averiguar”, explica entre risas.
En 2022 estrena Los Mormones* creen en el espíritu de Elías, una obra de teatro documental de La Posdramática que seguía la vida de Elías, un chico trans paraguayo que aborda su historia de vida atravesada por el mormonismo.
“Hablar públicamente sobre su transición fue un antes y un después para Elías. Generar en el teatro, a través de la ficción, cosas que son imposibles para él, pero que en el escenario eran posibles, como cambiar su nombre en su árbol genealógico, en su cédula, un derecho carente para las personas de la comunidad trans”, explica.
Recientemente, el ciclo de biodramas llamado La Obsesión se adueñó de la cartelera de Sala Piloto. “El objetivo con La Obsesión es generar espacios de pensamiento donde el individualismo debe ser elogiado y festejado, pero después inevitablemente se convierte en algo universal”, agrega. Más allá de querer empatizar con el público de una manera forzada, lo que busca es festejar la otredad.
Hacer teatro a contracorriente
El teatro —y sus trabajadores— en Paraguay sigue siendo un rubro históricamente olvidado por el Estado, especialmente porque decide denunciar, visibilizar y cuestionar realidades, injusticias y hechos corruptos. El apoyo, crecimiento y profesionalización del sector todavía se encuentra poco desarrollado en comparación con los países vecinos.
Durante la dictadura de Alfredo Stroessner, el teatro, y manifestaciones artísticas similares fueron motivo de persecución, censura y exilio para artistas que proponían miradas críticas. El gobierno actual del Partido Colorado aboga por la agenda de derecha conservadora autodenominada provida y profamilia, debilitando bastante el pensamiento crítico, el arte libre y de sus diversas manifestaciones.
Pero desde 2017, Amado y su compañía La Posdramática han apostado por performances que no se apoyan en el pasado como tema estático sino que buscan desmantelar certezas morales y políticas dominantes en Paraguay, ganándose un público fanatico que no deja de crecer.
Sus obras se presentan en espacios generalmente autogestionados como Sala La Correa, Sala Piloto, Espacio E, Nhi Mu Teatro Aéreo, Galpón del Pasaje Molas, que fueron acondicionados para albergar propuestas teatrales que no tienen lugar en salas tradicionales.
Una vida compartida entre Asunción y Berlín
La Sala Piloto es un sueño gestado en la distancia y que, en una casa en medio del barrio Gral. Díaz, da lugar a propuestas no solo artísticas sino de organizaciones sociales. “Es una locura. Es un deseo que tengo hace mucho tiempo, el de un teatrito. Siento que la sala hoy en día me dice a mí y a Manu, que somos los que administramos el lugar, lo que quiere ser y cómo quiere existir, como un órgano vivo”, comenta.
Las Densas fue realizada en medio de una ola de calor importante en Sudamérica, en el verano de 2024, con David hablando y dirigiendo a las actrices desde una notebook, a pesar de la pésima conectividad, del desfase de horarios y de la falta de condiciones de la sala en ese entonces.
“Mi ausencia física en Asunción me hizo sentir la necesidad de que exista, de alguna forma, una presencia mía en la ciudad. No quise soltar. Olvidar y soltar a veces es una decisión migrante. Yo no pude. Siento que La Posdramática tiene un público que no puedo abandonar. Entonces, como Sala Piloto es un ente autónomo, La Posdramática también”, agrega.
Sobre la impronta de David en el ámbito artístico, Paola reafirma lo fundamental de su voz irreverente, experimental y de ruptura para torcer cánones convencionales. “David, La Posdramática y Sala Piloto interpelan y establecen una postura comprometida absolutamente necesaria en la escena artística local”, concluye.
Un gesto performático marcó su paso por Amazon, uno de los trabajos que tuvo en Alemania: cada día, tomaba un chaleco anaranjado del dispensador y lo guardaba. Así, uno por uno, reunió 80 chalecos que luego llevó a Paraguay para usarlos en Este parque no ha muerto (2023) , una obra site-specific presentada en el parque Bernardino Caballero.
Es un ejemplo de cómo David es un malabarista entre dos mundos, un creador que no busca respuestas fáciles ni espacios de comodidad. Su teatro es un espacio seguro donde la otredad se reivindica, la diferencia es un acto de resistencia y cada obra manifiesta una inquietud movilizadora y transformadora.
“Berlín-Asunción también es eso”, reflexiona, “un sudaca que le roba a Amazon para hablar de muerte y democracia en su país”.