Juanjo Pereira: “Bajo algo que oprime, hay algo que va a salir”
“Bajo las banderas, el sol” llega a cines del Paraguay este 18 de septiembre.
En esta entrevista exclusiva para The Paraguay Post nos acercamos hacia el audiovisual a través de la experiencia y los conceptos del director de la multipremiada película Bajo las banderas, el sol, Juanjo Pereira (31). El documental representará a Paraguay en los premios Óscar 2026.
“Bajo las banderas, el sol” es un documental realizado enteramente con archivos audiovisuales encontrados en distintos países. Tras una investigación de más de 80 horas de materiales, el director reunió imágenes procedentes de Paraguay, Argentina, Brasil, Francia, Alemania, Japón, Taiwán, España, Reino Unido, Estados Unidos y Bélgica.
Desde la propaganda hasta las transmisiones internacionales, la película busca exponer cómo los medios de comunicación moldearon el poder, controlaron la memoria y construyeron un legado que persiste hasta hoy en Paraguay.
En su recorrido internacional, desde su estreno en la sección Panorama de la Berlinale de este año, la película lleva cosechados varios premios, entre ellos el prestigioso Premio FIPRESCI - Berlinale Panorama. Actualmente sigue su recorrido en festivales alrededor del mundo.
Juanjo Pereira es un joven cineasta, investigador y productor cuyo trabajo destaca la investigación interdisciplinaria a través de la creación de películas ensayísticas e instalaciones de vídeo. Se dedica a investigar el archivo cinematográfico paraguayo y sus proyectos también utilizan la deriva para examinar las infraestructuras modernas y los paisajes construidos cotidianos.
Es director artístico y cofundador del Festival Internacional de Cine Contemporáneo de Asunción. Ha participado y ganado premios en festivales y mercados como Hot Docs Forum, IDFA Bertha Fund, ARCHÉ, Berlinale Talents, entre otros.
El cine es una de las formas de expresión artística más importantes y potentes de nuestro tiempo. Hablar de cine, archivos o imágenes es hablar de una sociedad, en fin, es hablar de nosotros mismos, de nuestras relaciones sociales y de las formas en que se desarrollan los procesos históricos de nuestros pueblos.
Tal como Georges Didi-Huberman escribió en su libro “Desconfiar de las imágenes”, éstas contienen la carga cultural de su tiempo, labor que Juanjo Pereira intenta capturar en su ópera prima.
Semblanza biográfica
TPP: ¿Dónde te formaste y cuándo te acercaste al cine?
JP: Nací y crecí en Asunción, empecé mi vida ahí. De joven alquilaba películas en un videoclub que estaba a tres cuadras de mi casa. Empecé a ver todo lo que había en el lugar, pasé a ver cine independiente y me gustó. Decidí ir a estudiar a Buenos Aires a los 17. Terminé el colegio y me fui a estudiar a la Universidad de Buenos Aires (UBA), en la Facultad de Arquitectura.
Estudié una carrera que se llama “diseño de imagen y sonido” que mezcla muchas disciplinas audiovisuales. Tenemos una base bastante importante en cine, pero también en otras cosas. También hice un curso de cine documental en Francia. Gané el premio Lumiere de la Alianza Francesa en 2018, fue uno de los primeros premios que me acercó al mundo internacional y la primera vez que conocí Europa. Luego hice varios varios talleres en Londres, Alemania, España, Suiza y me fui formando así: encontrando lo que quería hacer. Mi búsqueda es más plástica y juega con el documental y la ficción.
¿Cómo es la experiencia con el ASUFICC?
Las películas necesitan un espacio para ser mostradas y debatidas, de lo contrario las películas se hacen y se pierden en un disco duro guardado. Viví en Paraguay mucho tiempo y los espacios culturales que conocemos son prácticamente los mismos de hace 15 años: las embajadas europeas que ofrecen su vasto programa. Eran los espacios que teníamos. Las primeras películas que vi estuvieron de la mano de estas propuestas extranjeras.
Empecé a ver que en las narrativas paraguayas había como una especie de bloqueo cultural y geopolítico. Eso hace que tengas una diferencia grande con tus vecinos. También hace una diferencia que no mires hacia vos. Queríamos empezar a trabajar en esto: qué es el Paraguay hoy, cuál es el cine que queremos mostrar y de qué manera encontrar el lenguaje de las nuevas generaciones.
Creamos el espacio que hoy es el ASUFICC, que cumple 5 años y está creciendo exponencialmente. Estamos muy contentos con el público que se está contaminando con la propuesta, porque este festival es para la gente y hay una reciprocidad muy interesante, que está generando nuevos lenguajes, nuevos cines y está formando espectadores. Tratamos de curar películas que interpelen a la sociedad paraguaya y que puedan acceder a ellas, por eso se mantiene de acceso gratuito.
En mi película el mayor desafío era hacer un cine con un lenguaje nuevo; quería encontrar una manera de contar algo complejo a mi manera. No repetir fórmulas. Creo que hay una pluralidad de formas de contar las cosas y eso es lo que hace fuerte a un lenguaje artístico.
El régimen de Alfredo Stroessner
¿Cómo fue que llegaste a tener consciencia de lo que implicó el período de Stroessner para la historia paraguaya —y también para la región con el Plan Cóndor—? ¿En qué momento decidiste investigar todo esto?
Lo que más tenemos en nuestra cabeza es la Guerra de la Triple Alianza; nos acompaña de todas las formas posibles. Estamos muy marcados por el día del niño. Entonces, era como empezar a soltar ese pasado tan pasado. Terminé el colegio, me fui a la Argentina y sé que en mi país hubo guerras, algunas fechas y nombres, pero no sé el trasfondo político complejo que conlleva cada evento. Tenía dos factores: me gustaba mucho el cine y me gustaba mucho la historia del cine. Quería saber la historia del cine paraguayo y entender la historia del Paraguay.
Al ser un paraguayo en Buenos Aires, uno tiene una perspectiva muy grande, sabiendo que hay muchos paraguayos ahí y que todas esas personas salieron del país por cuestiones económicas y políticas. Buscaba entender de dónde viene eso. Quería saber por qué mis abuelos se fueron en los 60, qué pasaba en Paraguay para que tomaran esa decisión. Era importante mirar esa época para entender mi contemporaneidad, más que mirar a 1870. Empecé a estudiar con las personas correctas y la película de alguna manera es aprender de los procesos políticos que hicieron al país en ese momento. Decidí ilustrar eventos políticos de un pequeño país que, así como lo ven, se volvió una pieza fundamental geopolíticamente.
Stroessner era una pieza fundamental para el Plan Cóndor. Quería trabajar sobre eso, aunque mi decisión siempre fue desde un lado teórico. No me metí en lo que sería la reivindicación de los Derechos Humanos, no trabajé con víctimas ni en la resistencia, no toqué esa ala de lo que conlleva la dictadura, sino que me dediqué más a la parte de la ciencia política, de la teoría política y económica.
¿Cómo fue la aproximación a los materiales audiovisuales de archivo?
En Paraguay absorbemos mucho de dictaduras: desde el Doctor Francia hasta el Mariscal López —dependerá de cada uno considerarlo o no—, después Higinio Morínigo y Alfredo Stroessner. Es así que decido agarrarme de materiales oficiales de lo autoritario. Sentí que había algo de gran peso en estos archivos, quería darlos vuelta de una manera y poner en ridículo a esa fuerza política que hizo tanto mal al país.
Tengo una amiga historiadora que me dijo que la mejor manera de abordar un tema es no haberlo vivido. Yo no viví la dictadura en carne propia, entonces puedo agarrarla desde otra mirada. Para una persona que nació en el 54, como mi mamá, es otra relación con el material. Seguramente es más fuerte para esa persona por su vínculo con las evidencias.
Esta película no es una película totalitaria; esta es una versión de lo que quise contar. De lo que para mí fueron algunos eventos mucho más canónicos dentro de estos archivos audiovisuales.
Tengo en el fondo de pantalla de mi computadora una frase de una película de Chris Marker, un director que es parte de la inspiración de mi trabajo:
“Si las imágenes presentes no cambian, hay que cambiar las pasadas”
Esa frase la tengo siempre en mi cabeza.
También es perder un poco el respeto a esas imágenes, perder el respeto a la imagen de un dictador. ¿Por qué tenemos que respetarlo tanto? A todas esas figuras que formaban parte de ese período. No se merecen ningún respeto.
Bajo las banderas, el sol
¿Qué descubriste sobre el stronismo al hacer esta película?
Descubrí que Stroessner no hablaba mucho en cámara y que el audiovisual formaba parte de su propaganda. En Paraguay se producían noticieros que eran sobre Stroessner o algún ministro inaugurando obras, un reel semanal de unos minutos que se pasaba antes de las películas en todos los cines, de esos solamente vi cuatro.
Aprendí que tenía un apoyo internacional importante. Tenía sus controversias con algunos países. Aprendí que no daba entrevistas después de un caso con un reportero de Estados Unidos, Frank Scherschel, que lo ridiculizó. Siempre que venía un reportero, le pedía una entrevista por escrito. En muchas entrevistas uno ve que él está leyendo su respuesta.
Se ve mucho temor en la mirada de los niños de la época y también se devela este poder patriarcal de los militares contra las mujeres menores de edad. Eso es terrible. Se ven las calles llenas de militares. Hablo de lo que fui viendo en el material.
Aprendí que todo se llamaba Stroessner. Se mostraba esta idea de que era un país en progreso, pero era un país pobre, siempre fue un país pobre, que la idea de Itaipú y el Hotel Guaraní eran solamente unas fachadas. Vi mucha opresión en la mirada.
¿Cómo fue la experiencia realizando este trabajo —casi arqueológico, buceando por la dispersión historiográfica del Paraguay—?
Durante la realización de esta película yo era repartidor de helados y después trabajé en una empresa de publicidad. Siempre tratando de pagar alquiler y sostenerme. Esta película fue muy lenta por esas razones. No tenía el tiempo de ocho horas al día para dedicarme a la película. Era una locura trabajar tantas horas al día, pero la película me mantuvo a flote para no caer en una monotonía empresarial. Me dio la oportunidad de poder encontrar mi lado más creativo. Encontraba pedacitos de tiempo para dedicarme a eso y como todo cuerpo trabajador cansado, me encontraba ahí entre el trabajo y esto. Después tomé un curso de investigación de archivo documental y tuve las herramientas más acordes para trabajar con esto.
Cada archivo tiene su propia historia. Lo llevé como un mapeo general, después fui profundizando por país y tema. Nos dedicamos un año y medio a visualizar el material. Luego decidimos qué íbamos a contar y qué no. Hay un montón de cosas que quedaron afuera, pero obviamente en 90 minutos no puedo contar 35 años.
Seguramente no sé ni el 2 % de lo que fue la dictadura porque no lo viví, porque no lo estudié al nivel de una tesis y una película no es una tesis, para mí es un vehículo de sensaciones. No voy a detallar todos los eventos que pasaron en la dictadura, pero sí voy a transmitir con imagen y sonido algunas cosas que la dictadura dejó en sensaciones y eventos icónicos.
¿Por qué la película se estrenó en Alemania? ¿Cómo fue su recepción allí?
El Festival de Berlín (75.ª edición de la Berlinale) es un festival muy importante y me pareció acorde a la película. Stroessner viene de una familia alemana. Es tan simple como eso. Durante la Berlinale, fueron las elecciones más duras desde la caída de Hitler en Alemania. La Alternativa para Alemania (AfD), que es el partido de la extrema derecha ahí, tenía el 30 % de los votos asegurados antes de las elecciones. En ese sentido fue un lugar ideal para verla, para hacer ese diálogo tan necesario.
¿Cuál quisieras que fuera el impacto de esta película en la sociedad paraguaya?
Soy un canal para organizar cosas que me interesan, ponerlas en cuestión, pero no soy un absolutista de la verdad. No es un tema fácil ni para tomar posiciones medianas. Además de esta película, creo que hay una generación de jóvenes que estamos intentando poner en cuestión un poco todo lo que nos avasalla cultural y políticamente.
La fuerza del Partido Colorado es tal que nos impide a veces mirar un horizonte, pero este tipo de películas o este tipo de gestos son un pequeño granito de arena para poder seguir mirando al futuro. Creo que hay un futuro. No quiero ser pesimista. De hecho, hay una cosa con el título: bajo las banderas —ya sea del Partido Colorado, del Paraguay, de lo que significa como símbolo—, hay un sol, hay algo que quiere salir. Bajo algo que oprime, hay algo que va a salir.
Espero que la película abra el diálogo, que se pueda entender ese proceso político, que fue un régimen que causó consecuencias económicas que hasta ahora seguimos pagando.
Reflexión sobre el cine paraguayo
¿Cómo pensas que ha sido relación entre el stronismo y el cine paraguayo?
No afirmaría con contundencia lo que voy a decir ahora, pero según los datos que yo manejo, la primera película paraguaya de producción 100 % paraguaya, que no fue en coproducción, fue Cerro Corá, financiada por el Partido Colorado, con el afán de vanagloriar hazañas militares. Es decir, la primera película paraguaya financiada por el Partido Colorado, durante el gobierno de Stroessner, fue una película para vanagloriar el rol del Mariscal López. El stronismo se encargó de traer la simbología de la guerra, una y otra vez, desde esta primera película.
Aunque la fuerza política del stronismo no pasó por lo audiovisual. No hubo una gran narrativa de producción audiovisual en masa. Como, por ejemplo, con Leni Riefenstahl, en la Alemania nazi. El Paraguay no se encargó de hacer películas grandilocuentes que representen al dictador. Hizo una o dos, pero no hubo una estrategia para hacer una película por año. No lo veían necesario.
El stronismo no financió la creación audiovisual, no hubo un star-system en el cine paraguayo ni una cadena documentalista pro-Stroessner ni contra Stroessner, hubo casos aislados, pero no formó parte del lenguaje de dominación masiva. Algunas personas como Carlos Saguier pudieron acceder a un tipo de cine más experimental, pero el resto no. El audiovisual paraguayo es muy particular; tiene muchas grietas en el medio.
¿Cómo ves el panorama actual del cine paraguayo y qué esperás que ocurra en los próximos años?
Yo lo veo en otro momento, siendo parte del ASUFICC, veo las obras que llegan, veo cómo avanza, cómo se está dejando de repetir fórmulas. De a poco se va viendo la realidad paraguaya, que es única y fuerte. La llegada del Instituto Nacional del Audiovisual Paraguayo (INAP) ha dado un salto muy grande en lo que es la financiación de películas y eso hace que haya cierto equilibrio. Estamos bien en relación a lo que era diez años atrás, cuando era imposible pensar lo que hoy se piensa. El gobierno tiene que seguir apostando en lo audiovisual, seguir apostando en los nuevos lenguajes, seguir apostando en la narrativa.
La cultura no es un beneficio, la cultura no es un producto, la cultura es mirarse a uno mismo, las películas son para mirarse a uno mismo dentro de su sociedad. Forma parte del acervo de la memoria de un país. Hay que financiar las obras que interpelen a nuestra historia, a nuestro presente y a nuestro futuro. El cine paraguayo está yendo por ese camino y tenemos que seguir apostando con políticas públicas de gran impacto para que esto no decaiga.
La quinta edición del Festival Internacional de Cine Contemporáneo de Asunción (ASUFICC) tendrá lugar del 7 al 12 de octubre. Más información en su Instagram.