El pueblo paĩ tavyterã y la lucha por sus tierras ancestrales
Inician los trabajos de mensura en el Tekoha Guasu Yvy Pyte

Apenas puede escucharse la conversación detrás del enorme concierto de cigarras. El cielo amenaza lluvia, aumentando el clima de incertidumbre que se vive en Yvy Pyte, comunidad del Pueblo Indígena Paĩ Tavyterã, minutos antes de la hora prevista para la llegada de la jueza de paz de Pedro Juan Caballero y el equipo técnico del Instituto Paraguayo del Indígena (Indi).
Luis Arce, presidente de la Asociación Paĩ Jopotyra y líder de Ita Guasú, otra comunidad paĩ que también está ubicada en el departamento de Amambay, hace uso de la palabra. Camina y dibuja sus argumentos con las manos.
“Hemos trabajado mucho para llegar hasta este punto. Ahora debemos sentirnos fortalecidos (ñamotuicha), para seguir impulsando la legalización de nuestras tierras y la unificación de los títulos de Yvy Pyte. No hay respeto hacia nuestras tierras, en parte por falta de titulación”, expresa.
Cada tanto, los demás líderes y el gran número de mujeres, hombres, niños que están presentes aplauden y exclaman: “¡Cierto!”. Se percibe un ánimo colectivo de logro y celebración.
Estamos frente a la casa ceremonial (oypysy) de Yvy Pyte, donde vive el abuelo espiritual Simorio González, defensor histórico de este tekoha guasu. Es el punto de encuentro acordado para dar inicio oficial al proceso de mensura judicial de las tierras tituladas de Yvy Pyte, en el marco de una serie de acciones que la comunidad viene realizando desde 2020 en defensa del territorio.
Más allá del monte que nos rodea se distingue la imponente silueta del cerro sagrado Jasuka Venda, sitio donde Ñande Ramói Papa, la deidad creadora de los Paĩ Tavyterã, dio origen al mundo y todo lo que hay en él. Tanto Jasuka Venda como Yvy Pyte, por su cercanía y su parentesco con este sitio, son lugares de vital importancia para el sostenimiento del modo de vida (teko) de los Paĩ Tavyterã y sus fundamentos ancestrales.
Cuando los referentes mayores recuerdan la defensa histórica de las tierras de Yvy Pyte — cuyo nombre significa “centro de la tierra” — se remontan a una época que llaman “Samaniego tiempo”.
En 1954, mediante las gestiones del general Marcial Samaniego, la comunidad fue habilitada por el Instituto de Reforma Agraria (IRA), la institución encargada en aquel momento del manejo de las tierras públicas, como una de las primeras Colonias Indígenas reconocida por el Estado paraguayo, con un total de 13.600 hectáreas de tierras fiscales. Luego, en el año 1977, fue despojada de una fracción y quedó con 11.313 hectáreas. Tiempo después, una parte de estas tierras fueron compradas a nombre del Indi, en beneficio de la comunidad de Yvy Pyte.
Desde entonces, los líderes de las asociaciones y los referentes comunitarios han venido demandando la culminación del proceso de legalización de las tierras, en un contexto de constantes invasiones, destrucción de sus bosques, hechos de violencia y desplazamiento forzado de las personas. Además de ser un logro histórico en el proceso de titulación de las tierras, la mensura judicial es un elemento crucial para avanzar con los juicios en curso para el desalojo de personas armadas ajenas a la comunidad que actualmente se encuentran invadiendo el territorio.
La situación de Yvy Pyte forma parte de una crisis mucho más amplia en Paraguay. Un informe de 2015 de Naciones Unidas afirma que, a pesar de las garantías constitucionales, 134 de las casi 500 comunidades indígenas del Paraguay no tienen tierras y otras 145 ven precarizada o amenazada la posesión de sus territorios. Además, en los últimos años ha habido un fuerte aumento en la cantidad de desalojos forzosos sufridos por comunidades indígenas.
“Lo que inicia hoy es un hecho histórico”, dice Silvino Mendoza, líder de la comunidad Cerro Akangue y presidente de la Asociación Paĩ Retã Joaju. “Vamos a estar juntos apoyando a Yvy Pyte”.
Las primeras gotas caen del cielo cuando vemos la camioneta del Indi ingresando al lugar. Los líderes se acercan para saludar a los recién llegados con apretones de mano. El arribo anticipado de los funcionarios parece traer un poco de alivio y confirmación en la espera.
Antonio Fretes, agrimensor del Indi, se aproxima a la asamblea para presentar sus saludos. “Una vez concluídas estas jornadas de inicio, los trabajos comenzarán recién en la segunda quincena de febrero o la primera quincena de marzo del año que viene”, dice.
La noticia de esta nueva espera deja al auditorio en silencio. Fretes parece darse cuenta y agrega que esperar hasta esa fecha es lo mejor, pues para entonces ya habrá terminado el feriado en la función pública. Pregunta quiénes son los líderes de Yvy Pyte que están presentes y estos levantan la mano. Entonces, explica que ellos son quienes van a firmar el acta y acompañar los trabajos de campo, llegado le momento.
Seguidamente, el líder de Yvy Pyte Andrés Brítez toma la palabra. Destaca los trabajos de incidencia que han venido realizando como pueblo, tanto a nivel nacional como internacional, para presentar el problema de Yvy Pyte.
Menciona especialmente a la referente joven Rosalba Gómez, quien asistió en representación del pueblo pai a la 23ª sesión del foro permanente de las Naciones Unidas, en abril de 2024, y a un encuentro de mujeres en Ciudad de México, junto a la lideresa de Yvy Pyte Nora Rosati, donde llevaron la situación de Yvy Pyte como una preocupación prioritaria. Además, el líder remarcó la importancia de comprometer a las instituciones, autoridades y organizaciones en la red de apoyo para avanzar con el proceso de legalización de las tierras.
Cabe resaltar que una de las estrategias para la defensa de las tierras de Yvy Pyte ha sido la conformación de una mesa de trabajo con el nombre de “Mesa intersectorial para la Defensa Jurídica de Yvy Pyte”, en la cual participan representantes de las organizaciones Áry Ojeasojavo, la Coordinación Nacional de Pastoral Indígena (Conapi), la Pastoral Indígena Arquidiocesana, el Comité de Iglesias y algunas instituciones estatales como el Ministerio Público, la Defensoría del Pueblo, el Indi y el Indert.
Por su parte, Rosalba expresa palabras de satisfacción y de agradecimiento por haber llegado hasta la instancia de la mensura después de un arduo trabajo conjunto. “Este es un avance muy importante y necesitamos que se involucre la mayor cantidad de personas de las diferentes comunidades. Vayan casa por casa, traigan a sus hijos, a su familia, tenemos que estar todos aquí”, dice la referente.
Una segunda camioneta se aproxima al lugar. Descienden el abogado Jimmy Ávila y la jueza Andrea Porzio, acompañada de la relatora. Un grupo de mujeres se moviliza para disponer una mesa y un par de sillas bajo la sombra de los árboles. El improvisado despacho aparece como escenario de un hecho histórico para el pueblo Paĩ Tavyterã, rodeado de uno de los últimos remanentes boscosos de la zona, que permanece bajo su cuidado.
La jueza advierte que es mejor comenzar antes de que llueva. Uno tras otro se acercan los líderes para entregar sus documentos, además del abogado Ávila y el agrimensor Fretes. Una vez que concluye la redacción del acta, la relatora hace la lectura en voz alta y los líderes vuelven a acercarse para firmar.
“¿Ya están todas las firmas?”, pregunta la jueza y el nombre de Simorio comienza a correr de boca en boca: “Falta don Simorio; falta don Simorio”. Los líderes le explican a la jueza que el abuelo no puede acercarse por que está frágil de salud y ella responde sin dudar: “Entonces vamos hasta él”. La reunión se dispersa y todos emprenden una marcha hacia su casa.
Es un momento muy emocionante. El tekoaruvicha (líder espiritual) suele decir que no puede irse en paz de este mundo hasta que las tierras de Yvy Pyte no estén garantizadas legalmente. Ahora, en la penumbra del óga guasu, rodeado de mujeres, niños y hombres de varias generaciones, puede estampar su rúbrica en el acta como un símbolo de esperanza.
Christian Kent, Sofía Espíndola y William Costa forman parte de la organización Áry Ojeasojavo, que acompaña el trabajo de las comunidades y asociaciones del Pueblo Paĩ Tavyterã.