Hijas De Púa: si no hay espacio, lo creamos nosotras
Cuatro vinileras que abren camino en la noche asuncena.

“Toda la gente que está acá, es porque le gustan las cosas raras”, dice un chico entre el beat de Kraftwerk1, su cerveza y la gente bailando. Es viernes de noche en un bar del centro de Asunción y tocan las Hijas de Púa.
Lauri Ramírez, Gea Cáceres, Jessi Centurión y Rocío Recalde forman esta colectiva de mujeres coleccionistas y DJs, que busca compartir su pasión —o adicción, como llaman a la colección de vinilos—, aprender entre ellas, descubrir nuevos sonidos y, por sobre todo, crear sus propias oportunidades en una escena local donde los espacios y equipos escasean.
La noche arranca tímida. Mientras suena una selección de headbangers2, la gente empieza a llegar, asegura una cervecita y busca un spot donde preguntarse: ¿qué será que viene ahora? Los segundos que tardan las selectoras en cambiar de tema mantienen a todos expectantes.

Entre el público, brilla un celular intentando captar la canción que suena. “Yo ya shazameé3 4 canciones por ahí. Había una que es re de mi infancia y ahora volví a escuchar”, dice la dueña del celular. Acercar rarezas a la gente es parte de la propuesta de Hijas de Púa.
“Yo creo que hay dos tipos de DJs —explica Jessi— los que ponen lo que la gente quiere escuchar y los que ponen la música que les gusta, porque quieren que los demás conozcan. Nosotras hacemos bastante eso, ponemos temas que nos gustan y queremos que otras personas descubran.”


En el escenario, un cajón de cerveza hace las veces de rack para la amplia variedad discográfica de las HDP: cumbia, salsa, hip-hop, drum & bass, punk. Cada vinilo tiene su historia. Como coleccionistas, existe un gran mapa de lugares esperados e inesperados donde encuentran sus discos. Desde un viaje a Colombia hasta la liquidación de una radio y un feriante sobre la calle Azara. Gea destaca uno de ellos: La Gloria Libros y Discos, una librería de segunda mano ubicada en la esquina de Montevideo y Haedo donde compró su primer vinilo, allá por el 2017.
“Vi que había una pieza llena de discos polvorientos y me puse a mirar. Me emocioné porque había muchísima música que me gustaba y compré 3 discos de Chico Buarque. Feliz estaba yo con mis discos, pero no tenía equipo para reproducir. (…) Y cuando por fin pude escuchar, empecé a fantasear con alguna vez tocar frente a la gente.”
Durante años, las cuatro coleccionaron vinilos sin tener tocadiscos, con mucho amor a lo analógico, a lo vintage. Con el tiempo, cada una fue encontrando espacios para sus primeros toques, en su mayoría festejos de Navidad, Halloween, cumpleaños o barcitos de la ciudad, donde empezaron a aprender la técnica y adquirir skills4. La colectiva Hijas de Púa nació hace un año buscando crear esos espacios propios, potenciar el aprendizaje y el intercambio entre mujeres vinileras.
“Ni bien empecé a tocar vinilos, quise que nos juntemos entre otras mujeres que también coleccionan —recuerda Rocío—. Al comienzo era para encontrarnos, hablar y así fue surgiendo la idea de armar una colectiva, algo nuestro. La colectiva también está pensada para llamarle a las chicas que coleccionan, que no tienen donde pinchar, que no tienen equipo y que quieren escuchar sus discos. Ahora nos estamos concentrando en una cosa a la vez, pero de a poquito vamos a ampliar.”
El DJing en Asunción está en auge, y las HDP celebran que muchas más mujeres selectoras van apareciendo en una escena tradicionalmente masculina. Pero aún así, los espacios equipados para tocar, especialmente con vinilos, son casi inexistentes. Lo mismo ocurre con los espacios de formación. “Algo que queremos hacer hace muchísimo es un taller sobre cómo mezclar y tocar”, cuenta Lauri.
Cerca de la medianoche, el bar ya está lleno de gente. Con un tema de Sumo, la energía crece y lo que antes eran pasos tímidos se vuelve baile. Alguien del público dice: “Acá siento que puedo ser yo misma”. Para las Hijas de Púa el sentimiento es parecido.
“Tocar requiere tanta concentración — dice Gea— que me siento en una burbuja de diversión”. Jessi agrega: “Es como un videojuego;, tenés que concentrarte cuando hacés beatmatching5. De repente estoy sumida en eso, pero después levanto la mirada, le veo a la gente y me da un poco de vergüencita porque soy re tímida. Cuando veo que se hayan, es genial.”


Pasadas las 12, suben Jessi y Rocío. El universo sonoro se transforma y nos lleva a un lugar más tropical de la mano del cha- cha- chá, la salsa y la cumbia. Nadie se queda quieto. “Es muy loco, porque yo pongo la música que me gusta a mí y... pienso si bailan todo bien… y si no bailan, es un temazo igual. Me divierto un montón tocando con ellas, armar una fiesta juntas es lo más”, dice Rocío.

A la 1:32 suena La Bamba y el bar está en su punto máximo. Las chicas suben al escenario y la escena se convierte en una postal para recordar: vinilos girando, cervezas en alto, una colectiva que inventó su lugar. “Ya no hay más desafíos —dice Lauri—, porque ya nos juntamos. Ya estamos nosotras.”



The Paraguay Post invita a una va a este en conversación con Hijas de Púa, entre otros artistas musicales, el jueves 6 de noviembre en Cascarón Bar. Para asegurarte de tu lugar y disfrutar esta y otras experiencias únicas, suscribete a The Paraguay Post.
Kraftwerk: Banda alemana pionera en música electrónica. Sus sonidos mecánicos, repetitivos y experimentales marcaron los 70, influenciando el techno y pop hasta hoy.
Headbangers: Canciones que hacen que muevas la cabeza sin pensar. Son temas potentes con baterías marcadas, típicos del punk y el metal.
Shazamear: Verbo derivado de la aplicación para celulares Shazam, usada para identificar canciones.
Skills: Del inglés “habilidades”. En la escena del vinilo, los skills son el conjunto de destrezas que tiene un DJ o coleccionista: hacer un buen beatmatching, elegir el track perfecto para cambiar las vibras, manipular la aguja sin rayar el disco.
Beatmatching: Técnica usada por DJs para igualar el tempo de dos canciones y lograr una mezcla fluida entre una y otra.




Amo, buenísimo